HOGAR DE ALMAS REDIMIDAS - Testimonio del cielo

El cielo es un lugar permanente. Ningún enemigo podrá conquistar jamás el paraíso de Dios. No habrá desmoronamiento de sus edificios, decadencia de sus materiales, ni secamiento o muerte de su vegetación. Ninguna niebla o radiación contaminará jamás su atmósfera santa. Esa morada permanente es una ciudad eterna y perdurable. Cantemos este himno escrito por Hattie Bueli: Una tienda o una choza, ¿qué puede importarme? Me están construyendo un palacio allá arriba; Aun cuando me encuentre yo exiliado de Él, Todavía puedo cantar: A Dios toda gloria, soy hijo del Rey. En ese lugar incomparable, los santos encontrarán dulce liberación de todas sus decepciones, angustias, tragedias y desastres. Allí no habrá más pena ni aflicción. Allí no habrá más dolor. Allí no habrá más clamor: (Apocalipsis 21:4) “Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos;y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor;porque las primeras cosas pasaron. Parecía que los ciudadanos alegres a los que veía en el cielo habían provenido de muchas edades y países diferentes. Era obvio que habían diferentes nacionalidades. Entonces recordé otra cita bíblica que había leído: (Apocalipsis 5:9)Y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación. OCUPADOS EN ALABAR A DIOS ¡Con emoción mi alma alabó la majestad de Dios! Las penas y la aflicción que yo había experimentado cuando vi la revelación del infierno ahora parecían muy lejanas. Ésta de ahora era una revelación del cielo. Vi a familias enteras juntas. Todos estaban felices, yendo a algún sitio, haciendo algo, sonriendo. Una refulgencia agraciaba cada rostro que veía. Parecía que todos los santos del cielo estaban ocupados. Jamás estaban ociosos. Empleaban su tiempo en alabar y engrandecer a Dios. Había cánticos en los labios de todos. El ambiente de la música era el tono dominante. No pasaremos la eternidad en ocio y pereza, como algunos han equivocadamente representado nuestro destino final. Haremos más que flotar en una nube, tocar un arpa o menear los dedos de los pies en el río de la vida. Nuestro tiempo se empleará en servir a Dios. No sabemos cuál ha de ser la naturaleza de ese servicio, pero no puede haber duda de que su pueblo lo servirá. DIAMANTES PARA LOS GANADORES DE ALMAS ¡Podía ver por todas partes exquisitos diamantes que brillaban y relucían! Algunos eran tan grandes como bloques de cemento. Algunos de esos diamantes parecían ser para las mansiones de los que habían sido ganadores de almas en la tierra. Parecía que cada vez que alguien llevaba un alma a Cristo, el cielo le otorgaba un diamante a ese cristiano fiel. La Biblia dice: (Proverbios 11:30) El fruto del justo es árbol de vida; Y el que gana almas es sabio. (Daniel 12:3)Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento;y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad. Según bebía del esplendor y la magnificencia de ese lugar glorioso, vi a un ángel inmenso y hermoso que venía bajando por una vereda. En sus manos sujetaba un rollo con bordes de oro. El ángel puso el rollo en una mesa de pedestal, que era de un material plateado diferente a cualquier cosa que yo hubiera visto antes. La mesa oblonga literalmente refulgía con luz. El rollo tenía un nombre escrito en él. Uno de los santos lo tomó y comenzó a leerlo. “Jesús es el maestro de obra”, me dijo un santo del cielo. “Él determina quién merece los diamantes y a dónde han de ir. Este rollo que he tomado es un informe de la tierra de una persona que llevó a alguien a Jesús, que aumentó a los pobres, que vistió a los desnudos, que hizo grandes cosas para Dios.” (Mateo 25:31-41, 46)31 Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria,32 y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? 38 ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? 40 Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis. 41 Entonces dirá también a los de la izquierda: "Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. 46 E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna. ESPACIO PARA TODOS El ángel me repitió el mensaje de bienvenida: “Ven y mira la gloria de tu Dios.” Conforme a la dirección del Señor, hago un registro de esta descripción del cielo tal y como lo ví. Necesita mos comprender que el enfoque de nuestras esperanzas y deseos debe estar en pasar toda la eternidad con nuestro Señor. ¡El cielo es la tierra de los sueños hecha realidad! Me emociono en cuanto al cielo porque después de que terminen nuestra obra y trabajos sobre la tierra, nos iremos de este mundo e iremos allá. Dios ha preparado la ciudad, y Jesús está preparando un lugar allí para los que lo amamos. COMUNIÓN PERFECTA En el cielo se restablecerá totalmente una ininterrumpida comunión entre Dios y el hombre. Cuando Adán y Eva estaban en el huerto del Edén, Dios visitaba esta tierra. Después que la comunión con Él fuera arruinada por el pecado y la desobediencia, Dios continuó mostrando su deseo de tener comunión con la humanidad. Su última expresión de amor por la humanidad fue dar a su propio Hijo para que sufriera una muerte inclemente en una cruz cruel. Mediante la muerte y resurrección de Cristo, la comunión entre Dios y el hombre se convirtió de nuevo en una posibilidad. Incluso ahora, las circunstancias de la vida pueden impedir nuestra comunión íntima con Dios. Pero allá en el cielo no habrá más impedimentos. Conoceremos la comunión verdadera con el Rey de reyes y Señor de señores. La comunión con Él será plena. El cielo es la morada del Dios vivo. Está mucho más allá de los cielos atmosféricos y más allá de los planetas y las galaxias. Es la mansión perpetua de “los redimidos de Jehová” (Isaías 62:12). Es el destino eterno de todos los hijos de Dios mediante la fe en Cristo. No necesitamos temer que nos ubiquen en un diminuto departamento en el cielo al que le hayan colocado el rótulo de “mansión”. Cuándo los redimidos de todos los tiempos seamos llevados a nuestro hogar en la gloria, allí habrá espacio suficiente para todos nosotros para que tengamos una de las muchas mansiones, de las muchas moradas, que Jesús dijo que estaba preparando para nosotros en la casa de su Padre: (Juan 14:1-4) 1 No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. 2 En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. 3 Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis. Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino. El cielo seguramente tiene espacio para todos: Después de esto miré, y he aquí una gran multi tud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos; (Apocalipsis 7:9-11)10 y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero. 11 Y todos los ángeles estaban en pie alrededor del trono, y de los ancianos y de los cuatro seres vi vientes; y se postraron sobre sus rostros delante del trono, y adoraron a Dios. LÁGRIMAS EN EL CIELO Luego fui llevada a un lugar en particular en que el ángel se detuvo y me dijo: “Dios quiere que te muestre la habitación de las lágrimas.” Muchas veces, puede que ustedes hayan leído varios pasajes en el libro de los Salmos acerca de nuestras lágrimas y sobre cómo se ocupa Dios de nosotros. Los ángeles captan nuestras lágrimas y las meten en redomas o sea, vasijas (Salmo 56:8). Muchas veces, me había preguntado qué significaba eso. Sé que muchos de ustedes que leen estas palabras han vertido muchas lágrimas por sus seres queridos: sus hijos, su cónyuge o sus parientes. Especialmente, si la persona ha pasado por una separación o por un divorcio, ha sentido como si se hubiera esfumado toda esperanza. Ustedes se han afligido por los seres queridos que han perdido. Quiero decirles que Dios me mostró una habitación de lágrimas. Era tan bella. El ángel me condujo a un gran vestíbulo que no tenía puerta. Al mirar en su interior, pude ver que la habitación misma no era muy grande, pero la santidad y el poder que irradiaba de allí, me asombró. Amueblada con estantes de cristal, las paredes interiores brillaban con luz. En los estantes habían muchas vasijas, algunas de las cuales estaban en grupos de a tres y parecían ser de cristal transparente. Debajo de cada conjunto de vasijas brillantes semejantes al cristal había una placa con un nombre en él. Había muchas de estas vasijas en la habitación. Entonces, ví a un hombre dentro de la habitación que parecía haber sido glorificado. Su túnica, de color morado oscuro, era muy bonita y parecía de terciopelo. Justamente a la entrada había una elegante mesa, hecha de un material valioso, la cual refulgía con majestuoso resplandor. ¡La esplendorosa escena que ví me asombró! En la mesa habían libros que parecían como si hubieran sido cosidos con el más bello género, parecido a la seda, que jamás yo hubiera visto. Algunos tenían diamantes, perlas y encajes; otros tenían gemas verdes y moradas. Todos habían sido hechos de forma elaborada. Pensé: “ Dios, qué bellos son estos libros!” Me encantan los libros. Éstos, en particular, me atraían. Eran asombrosos. Al contemplarlo todo, me sentí maravillada. De pronto, el hombre de la habitación me dijo: “Ven y mira. Quiero mostrarte esta habitación y explicarte acerca de las lágrimas. Esta es una de muchas habitaciones iguales. Estoy a cargo de ésta.” Según él hablaba, pasó un ángel enorme por el vestíbulo. La belleza y majestad de aquel ser celestial me asombró. Me dí cuenta de que vestía una vestidura blanca, reluciente, con reborde de oro por toda la parte delantera. Parecía medir cerca de doce pies de estatura y tenía alas muy grandes. El ángel tenía una pequeña copa en las manos. La copa dorada estaba llena (véase Apocalipsis 5:8) de un líquido. El hombre de la habitación me dijo: “Él me acaba de traer una copa de lágrimas de la tierra. Deseo que veas lo que hacemos acá con ellas.” El ángel le entregó la copa, junto con un pedazo de papel. La nota tenía el nombre de la persona cuyas lá grimas estaban en la copa. El hombre de la habitación leyó la nota y entonces se dirigió a uno de los lugares en que se guardaban las vasijas. Leyó la placa debajo de la vasija y yo sabía que coincidía con la persona de la tierra cuyo nombre venía en la nota. El hombre tomó la vasija, que estaba casi llena, y la acercó a la copa. Vertió entonces las lágrimas de la copa dorada en la vasija. “Quiero mostrarte lo que hacemos aquí”, me dijo el hombre. “Cuéntaselo a la gente de la tierra.” Entonces llevó la vasija hacia la mesa, tomó uno de los libros, lo abrió, y dijo: “ Las páginas del libro estaban totalmente en blanco. El guardián de la habitación me dijo: “Éstas son las lágrimas de los santos de Dios en la tierra según claman a Dios. Mira lo que sucede.” Entonces, el hombre vertió una gota de la vasija, una lagrimita, en la primera página del libro. Al hacerlo, comenzaron a aparecer palabras inmediatamente. Bellas palabras, elegantemente escritas, comenzaron a aparecer en la página. Cada vez que una lágrima caía en una página, aparecía una página entera de escritura. Continuó haciéndolo página tras página, vez tras vez. Al cerrar el libro y hablar, parecía estar diciéndole a toda la humanidad lo mismo que a mí: “Las oraciones más perfectas son aquellas que están bañadas con lá grimas que salen del corazón y el alma de los hombres y las mujeres de la tierra.” Entonces el ángel con alas de arco iris me dijo: “Ven y mira la gloria de Dios.” DIOS ABRIÓ EL LIBRO De pronto fuimos trasportados a un lugar enorme en el que habían miles y miles de personas y seres celestiales. ¡Oh, qué belleza! Al poco tiempo pareció como que la gente desaparecía y comenzaba a aparecer por todas partes una manifestación incluso mayor de la gloria de Dios. Las grandes alabanzas a Dios se tornaron atronadoras. El mensajero angelical me llevó hasta el trono de Dios. Ví una enorme nube, una neblina, y ví una imagen del Ser de la nube. No pude ver el rostro del Señor, pero ví su gloria y un arco iris por encima del trono. Oí la voz de Dios y me sonó como la describió Juan(Apocalipsis 14:2).: “Y oí una voz del cielo como estruendo de muchas aguas, y como sonido de un gran trueno; y la voz que oí era como de arpistas que tocaban sus arpas” En este poderoso anfiteatro, vi muchos caballos con jinetes al rededor del trono. De repente, vi un libro que estaba sobre el enorme altar delante del trono de Dios. Vi a los ángeles postrarse ante Él. Estando yo de pie, admirada, miré esa escena, y vi lo que parecía la mano de un hombre salir fuera de la nube y abrir el libro. De algún modo, yo sabía que lo que abría el libro era la mano de Dios. Asombrada, vi subir del libro lo que parecía humo. De repente, el perfume más agradable que jamás hubiera olido cundió la zona entera donde yo me hallaba. El ángel me dijo que ese libro contenía las oraciones de los santos, y que Dios enviaba a sus ángeles a la tierra para contestar las oraciones del clamor del corazón de ellos. Todos alababan y engrandecían a Dios. Al abrir Dios el libro, sus páginas comenzaron a salir del volumen y a volar hacia las manos de los ángeles a caballo. Pude escuchar su voz, “como la voz de un fuerte trueno”, clamar y decir: “ a contestar las oraciones de él! ¡Vayan a contestar las oraciones de ella!” (Salmo 56:8-11)8 Mis huidas tú has contado; pon mis lágrimas en tu redoma; ¿No están ellas en tu libro? Serán luego vueltos atrás mis enemigos, el día en que yo clamare; esto sé, que Dios está por mí. 10 En Dios alabaré su palabra; en Jehová su pala bra alabaré. 11 En Dios he confiado; no temeré; ¿qué puede hacerme el hombre? La Palabra viva de Dios nos explica lo que Él hace con nuestras lágrimas. ¡Qué hermoso es entender la gloria y la maravilla de nuestro Dios! ¡Qué maravilloso resulta ser receptores de su compasión! A Él le interesan incluso nuestras lágrimas. Muchas citas bíblicas nos hablan acerca de nues tras lágrimas, acerca de nuestras aflicciones y acerca del consuelo de Dios para nosotros. Léalas y regocíjese: (2 Reyes 20:5)Vuelve, y di a Ezequías, príncipe de mi pueblo: Así dice Jehová, el Dios de David tu padre: Yo he oído tu oración, y he visto tus lágrimas; he aquí que yo te sano; al tercer día subirás a la casa de Jehová. (Salmo 6:6-9)6 Me he consumido a fuerza de gemir; todas las noches inundo de llanto mi lecho, riego mi cama con mis lágrimas. 7 Mis ojos están gastados de sufrir; se han enveje cido a causa de todos mis angustiadores. 8 Apartaos de mí, todos los hacedores de iniquidad; porque Jehová ha oído la voz de mi lloro. 9 Jehová ha oído mi ruego; ha recibido Jehová mi oración. (Salmo 116:8) 8 Pues tú has librado mi alma de la muerte, mis ojos de lágrimas, y mis pies de resbalar. (Salmo 126:5-6)5 Los que sembraron con lágrimas, con regocijo se garán. 6 Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla; mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas. (Isaías 25:8)8 Destruirá a la muerte para siempre; y enjugará Jehová el Señor toda lágrima de todos los rostros; y quitará la afrenta de su pueblo de toda la tierra; porque Jehová lo ha dicho. (Jeremías 31:16)16 Así ha dicho Jehová: Reprime del llanto tu voz, y de las lágrimas tus ojos; porque salario hay para tu trabajo, dice Jehová, y volverán de la tierra del enemigo. (Apocalipsis 7:17)17 Porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos. (Apocalipsis 21:4)4 Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor;porque las primeras cosas pasaron. (Isaías 35:10)10 Y los redimidos de Jehová volverán, y vendrán a Sion con alegría;y gozo perpetuo será sobre sus cabezas; y tendrán gozo y alegría, y huirán la tristeza y el gemido. ¡Gloria a Dios, el cielo es un lugar genuino! Iremos realmente allí. Y, cuando vayamos al cielo, no seremos vapores de humo que floten en una nube. Una de las cosas maravillosas acerca del cielo es que nuestras lágrimas y aflicciones serán reemplazadas por alegría eterna, tal como se promete en la Pala bra de Dios. No obstante, ¡todavía hay mucho más!

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